ROL: La Era Desesperada

-Claro que sí!

Di la mano al mercader y puse rumbo a la forja. Ya había estado antes en la aquella forja porque a veces mi padre compraba los materiales para su tienda. Además Aleix Arthos es (y espero que siga siendo) amigo de mi padre. Al pensar en esto se me ocurrió la idea de ir a ver a mi padre para decirle si quería venir conmigo a ver a Aleix Arthos, así que voy a la tienda de mi padre.

[...]

Entro por la puerta de la trastienda, que estaba tabada por una vieja colcha de color crudo. Dentro encuentro a mi padre dando golpes con un martillo a unas grandes herraduras. Cuando mi padre se percató de que había entrado a la tienda su cara gesticuló una expresión de ligero enfado.

-¿Ahora que quieres?¿Vienes a despojarme de algo más?
-No padre, solo venía a preguntarle si le gustaría venir conmigo a la forja de Aleix Arthos.

Entonces mi padre dejó de trabajar en la herradura y se apoyó en la mesa con los codos mientras dejaba caer su pesada cabeza sobre sus manos...El silencio invadió la tienda durante un corto período de tiempo mientras mi padre miraba al vacío, como si antiguos recuerdos le invadiesen la memoria...

Agradecer los favores nunca está de más, y la ciudad es algo grande para mi gusto, asi que quizás debería hablar con alguien que sepa orientarse por aquí mejor que yo. Decido levantarme y dar una vuelta por el hospital en busca de alguien que pueda ayudarme y a quien pueda agradecer lo que ha hecho.

FENRIS

-Elijo aprender estocada certera

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'Dado de rol' : 5

VATOR

-¿Qué es lo que buscas de Arthos?

Te evades sutilmente. "Tengo un encargo que me exige verlo" dices.

-¿Qué clase de encargo, Vator? - dice tu padre escamado.

Con un suspiro, le cuentas la historia.

-Metal lumínico...¿cómo éste? - te pregunta, sacando un pedazo del preciado elemento de su desordenada mesa de trabajo.

Te quedas pasmado mirando a tu padre, dudando si pedírselo o no. Si lo haces te ahorrarás un buen viaje...pero en el caso de que no acceda podría volver a enfadarse contigo. Y conoces bien su carácter.

FENRIS
Laia se exaspera al ver cómo eres incapaz de seguir sus movimientos.

-Maldita sea, Fenris, podrías ser un poco menos irregular.

No te disculpas, simplemente desvías la mirada mientras bajas la katana.

-Inténtalo otra vez. Y por lo wque más quieras, no vuelvas a cabrearme.

IRITH

Mientras deambulas por el recinto te encuentras con una mujer recostada en una pared, que te mira con interés. La cuentas lo que querías decir.

-Para eso estamos - sonríe. - ¿Entonces vas a seguir dando vueltas por las tierras de Erile?
Asientes, y la elfa pone gesto preocupado.

-No será una misión fácil...¿al menos tendrás recursos?

Aferras tu arco como respuesta a sus palabras.

-Al menos espero contribuir en algo a tu suerte. Toma.

Recibes:
+50 silvos élficos
Anillo de luz
·Permite iluminar sitios oscuros.
·Para usar: Inteligencia>5

Le agradeces todo a la elfa, conmocionada, y finalmente te aventuras por las calles de Valyâ


-

-Sí, exactamente como ese. ¿Como lo has conseguido?

-Digamos que...Arthos me lo dio como regalo.

-¿Y vas a utilizarlo para fabricar algo?

-Pues en principio no.

Tenía un nudo en la garganta que me impedía preguntarle si me daba ese trozoo de aquel maravilloso metal, ya que si rehusaba de darmelo, lo más probable es que desatase su cólera. Pero aún con todo necesitaba ese metal para poder seguir mi camino, así que reuní todo mi valor y le dije a mi padre con la voz ligeramente temblorosa:

-Pues si no tienes pensado hacer nada con el...me gustaría saber si me lo puedes dar para completar mi trabajo...

Mi padre pingó hacia atras su silla de madera y cruzó sus brazos, mientras clavaba su mirada en mis ojos...

FENRIS

Estoy exasperado, es muy díficil el entrenamiento.

-Se supone que tú eres la maestra, también deberías enseñarme mejor.

Acto seguido me lanzo de nuevo y vuelvo al entrenamiento.

El miembro 'L' ha efectuado la acción siguiente: Dados.

'Dado de rol' : 7

VATOR

-Otra vez sólo vienes a pedirme algo...

Tiemblas, temeroso de su reacción,y preparas alguna dulce palabra para lanzarla en busca de aplacar su ira...

-Sin embargo ahora he sido yo el que te lo ha hecho hacer.

Tu padre coge una cuña y un martillo, y rompe un trozo más pequeño de metal, que te entrega.

-Suerte, Vator. Que el destino no te de la espalda.

FENRIS

Imitas a la perfección el gesto de Laia, y ésta te sonríe.

-Bien hecho, chico. Creo que por hoy hemos terminado.

Te sorprendes de lo corto de la sesión, pero tampoco te quejas. Laia no parece alguien que descuide sus entrenamientos, tendrá motivos para tanta brevedad. Con un educado saludo te despides, enfundando tu katana y adentrándote en el centro de Urlum.

-Gracias padre, y espero que tú tampoco me la des.

Entonces hize una pequeña reverencia a mi padre y salí por la puerta de la trastienda, conteniendome las ganas de llorar por la ayuda que me ha ofrecido mi padre.

[...]

Ya he llegado al puesto del mercader que me encargó el metal, donde este estaba colocando unas espadas en un cubil de madera. Sinceramente esas espadas no son demuuy buena calidad pero mejor no decirselo al mercader porque seguramente que rehusara continuar con nuestro trato.
Me acerco al mercader y le muestro el trozo de metal.

-Vaya, vaya...que rápido lo has conseguido. Bien, lo prometido es deuda...

VATOR

El mercader coge la armadura y te la entrega. Sacas tu bolsa y pones la cantidad acordada en el puesto, junto con el trozo de metal. El mercader te sonríe y sólo coge 50 monedas. Vas a decirle algo cuando el se explica.

-La eficiencia también se paga, chaval. No seas tonto y coge el dinero.

Le das las gracias al hombre, y te vas con tu armadura de plata bajo el brazo y 50 monedas en tu bolsa.

INVENTARIO
·-50 oro = 50 oro humano.
·+Armadura de plata.

Emocionado, me pongo la armadura nada más que me la entrega el mercader. Con ella me sentía más fuerte y seguro de mí mismo, como si de ella emanase un sentimiento de seguridad muy potente.

[...]

Ya con mi armadura nueva puesta decidí ir a comprar provisiones para adentrarme en las zonas desérticas de las Tierras Áridas, a que sin ellas duramente podría aguantar 2 o 3 días en estas tierras. Me acerco a un puesto que regentaba una mujer que aparentaba tener unos 60 años, que vendía una variedad bastante amplia de comida,aguas y elixires. Con amabilidad me llamo la atención a la mujer y le pido por favor que me diga cuanto valen cada una de sus distintas mercancías...

FENRIS

No tengo nada que hacer ni dinero para comprar nada, así que me dedico a pasear un rato hasta que me canse y vuelva a la posada.

VATOR

La mujer te mira de arriba a abajo. Su mirada parece detenerse en tu rutilante armadura. Después sonríe.

-Diez monedas por ración de galletas, veinticinco por odre de agua y cincuenta por un elixir revitalizante.

FENRIS

Paseas por una calle poco transitada cuando oyes un grito. Te giras y ves a una mujer herida en el suelo. Ella te señala a una figura que se va corriendo; se ha llevado sus joyas y dinero. La herida no es más que un corte superficial, pero está conmocionada y no para de sollozar. ¿Harás algo, o te marcharás sin más?

FENRIS

Intento gritar para que nos oiga alguien y en cuanto veo que hay gente que pueda atenderla y curarle ese corte, salgo corriendo en dirección del ladrón. Hoy ha acabado el entrenamiento pronto así que tengo todavía fuerzas para enfrentarme a ese ladrón, si consigo alcanzarlo.

Despues de maditarlo un rato decido comprar un odre de agua y dos raciones de galletas lo que suman 45 monedas de oro y me dejarían solo con 5 monedas de oro. Le digo a la mujer que lo que me quiero llevar y me dice el precio con una cara alegre. Empiezo a contar las monedas hasta que cojo las 45, pero me detengo durante un segundo a pensar, y decido darle a la mujer las 50 monedas de oro, porque pienso que las 5 monedas le serían mas útiles a la mujer que a mi, asi que le entrego la bolsa entera. La mujer cuenta las monedas y sonríe.

-Perdona chico, me has dado 5 monedas de más.

-Lo sé, creo que le serán más útiles a usted que a mí.

-Entonces muchas gracias. Y perdona,¿tu eres el hijo del maestro armero?¿Te llamas Vator?

-Así es señora.

-Claro, ya decía yo que me sonaba tu cara -y la mujer se rió levemente-.

-Bueno, ha sido un placer, adiós.

-Adiós Vator, ten suerte en tu futuro

[...]

El día había sido agotador y necesito un lugar donde dormir, así que decido volver a mi casa para dormir alli para poder despedirme de mi familia al día siguiente. Cuando entro a la tienda me asusté porque mi padre estaba a punto de abrir la puerta para salir justo cuando yo entraba.

-Jajajaja, hijo mío que susto te has metido.

Entonces mi padre volvió a abrir los ojos después de reir y apreció que llevaba puesta la amradura de plata que había comprado.

-Menuda armadura, yo podría haberla hecho mejor -y se sonrió por dentro-. ¿A que has venido ahora Vator?

-He venido para saber si puedo quedarme a dormir aqui padre, y así poder despedirme de vosotros mañana cuando parta a atravesar las Tierras Áridas.

-Ese es un lugar peligroso hijo, espero que esa chapuza de armadura sea suficiente para protejerte.

Entonces mi padre recogió unos clavos y un martillo de su mesa y entro a la parte de la vivienda de la tienda. Yo me quedé en la trastienda un poco confuso, porque mi padre no suele irse a otra sala sin decir nada, así que me senté en una silla a esperar a que regresase...

FENRIS

Sales corriendo, pero el ladrón está demasiado lejos. Intentas alcanzarlo pero te es imposible. Vuelves al callejón para interesarte por el estado de la mujer, a la que ahora están llevando a un centro de sanación.

-G-gracias - balbucea.

Te excusas por no haber alcanzado al ladrón, y ella niega con la cabeza.

-N-no te preocupes. S-si en c-cualquier momento necesitas algo...busca a Shado Marandus.

Quieres seguir hablando con ella, pero de repente la meten en un carro y la trasladan.

VATOR
Esperas impaciente en la silla pero tu padre no vuelve. Decides caminar hacia la trastienda para ver qué le ocurre.

Te le encuentras puliendo una centelleante espada, hecha con el tan personal estilo de tu padre. Hay algo realmente cautivador en ella. Le preguntas, intrigado, quién ha encargado tal espada.
-Un aventurero de la ciudad. Se dispone a partir en un largo viaje, y el arma que tiene es poco menos que basura.
Entonces, te mira sonriente y te la entrega.
-La punta está hecha de metal lumínico, podrá absorber una buena cantidad de magia. El resto es una aleación de plata y acero.
Vas a agradecérselo, pero como siempre, te corta.
-Que conste, sólo lo hago para salvaguardarte un poco. Pero no esperes más regalos.

Inventario:
·+Espada de punta de estrella
·+1 golpe
·Elevada capacidad mágica.

FENRIS

Se llevan a la mujer en el carro y me quedo solo. En mi cabeza todavía resuena su nombre: Shado Marandus, supongo que si las cosas me van mal o no tengo nada que hacer podré hacerle una visita algún día.
Será mejor que me vaya a la posada y esperar al entrenamiento de mañana, por ahora no hay nada que hacer.

-Muchas gracias padre, no lo olvidaré.

-Te he dicho que no me lo agradezcas. Ahora coge las mantas de la buhardilla ponlas en el salón, hace fresco por las noches.

La noche ha pasado lenta pero al levantarme me siento cargado de energía. Voy a la cocina y me encuentro a mis padres preparando el desayuno. Comimos todos juntos el desayuno, que por cierto estaba delicioso, y salimos a la puerta.Nos abrazamos todos a la vez y empezé a caminar hacia las Tierras Áridas.

-Adiós hijo, espero que vuelvas pronto.

-Espero que sepas usar bien mi espada.

-Adiós padres, juro que volveré nada más que los elfos se hayan recuperado.

Entonces me di la vuelta y puse rumbo hacia mi destino...

FENRIS

Llegas a la posada. Entras por la taberna y allí ves a Foulain, el hombre que te había reclutado. Intentas escabullirte pero te reconoce.

-¡Chico!¡Ven aquí!

Resignado, te acercas, al fin y al cabo es tu superior. Aunque sólo hayas estado unos minutos con él y ahora esté borracho.

-Deberías librarte de ese estúpido entrenamiento...esa inútil no te enseñará más que idioteces para perder el tiempo. El frente te espera con ansias...¿qué me dices, chico?¿puedo mandarte ya al conflicto?

VATOR

Las puertas de Urlum se muestran ante ti. Uno de los centinelas, cubierto de pies a cabeza, te mira intensamente desde una abertura por la que tú no puedes siquiera vislumbrar sus ojos. Se fija en tu espada y tu armadura, especialmente.

-No puede abandonar la ciudad.

Te escandalizas y le gritas algo.

-El duque Brangor impide la salida a los guerreros. Debes presentarte ante él o buscar un trabajo como defensor o soldado.

(Puedes probar a convencerle de que te deje salir...para ello, tira los dados, si sacas un 8 o mayor habrás acertado. O doblégate ante él.)

Me calmo un poco en intento inventarme alguna artimaña para dejar pasar. Entonces recuerdo que aún llevo mi antigua espada encima.

-Verás, tu tienes tus problemas y yo tengo los míos.

-¿Yo?¿Qué problemas voy a tener?

-¿No te has enterado? En duque os va a reducir el suministro de armas. Si me dejas pasar yo te doy esta espada de acero y te ayudo con tu abastecimiento.

El guardia empezó a meditar de forma profunda...

El miembro \'SpeedLightWarrior\' ha efectuado la acción siguiente: Dados.

\'Dado de rol\' : 4

VATOR

-¿Crees que un soborno va a aplacarme?Las órdenes son las órdenes. Ahora márchate y haz lo que debes, por la gloria de Urlum.

Maldigo mi suerte, pero a lo lejos veo como se acerca un carro lleno de heno. En el iba el granjero Katar, un pariente lejano de mi padre, pero con el que apenas tube relación. Me acerqué a él para preguntarle si me podía esconder entre el heno de su carro.

-Buenos días Katar.

-Hola Vator, cuanto tiempo, la última vez que te ví eras un retaco enano y ahora te has convertido en todo un hombre.

-Gracias, pero te tengo que pedir un favor.¿Tu puedes atravesar las puertas de la ciudad?

-Sí, tengo permiso para pasar a mi granja.

-¿Entonces puedo esconderme en el heno para pasar al otro lado?

Bueno, tras este parón, volvemos a la dinámica!

VATOR

-Puedes meterme en un lío enorme...pero la sangre es la sangre, supongo. Y no estoy de acuerdo con las medidas de Brangor para engrosar sus ejércitos.

Te introduces en el heno y, un par de horas después, las Tierras Áridas te dan la bienvenida.